jueves, 25 de noviembre de 2010

Paren el mundo que me bajo.


Fondo Flamenco no es que me apasione, pero el título de su nuevo álbum es perfecto para el tema del que hoy voy a hablar ( o a escribir, según se mire).


Las noticias son una película de terror: Mujeres maltratadas, familias en paro, volcanes activos en Indonesia, terremotos, mineros atrapados, situación tensa en el Sahara, pobreza en el mundo, mercado negro, inmigración masiva, robos, asesinatos, crisis... y por si faltaba algo más en esta ensalada agría, tensión en Corea.

Con una situación así, no es raro que la gente prefiera ver películas ñoñas. Y eso que nosotros, los españoles, tenemos la tremendísima suerte de vivir donde vivimos. Sí, España está en crisis, pero siempre hay gente cenando fuera y comprando y aún más ahora que se acerca la Navidad. Sin embargo, este tipo de noticias felices las dejan para el final de los informativos. Sonríen, gastan pequeñas bromas y ponen música alegre, tal vez para poner una manta encima de los desastres, como si fuera tan fácil. Os voy a ser sincera, y voy a decir que me preocupa lo que pasa en Corea. En las dos Coreas, vaya. Estamos a más de 100.000 kilómetros. Su idioma no tiene nada que ver al nuestro, su aspecto tampoco. Ni siquiera conozco el mercado norcoreano, es más, estoy segura de que mucha gente no sabría ni situar a los dos países en el mapa. ¿Y qué? Estados Unidos ya respalda a los surcoreanos. China a los norcoreanos. No me voy a meter en tácticas, ni en política pero se puede liar y bien liada aunque pueda parecer extremista. Muchos ya hablan de la Tercera Guerra Mundial, la Guerra Nuclear. Y yo no me voy a "mojar", no me voy a aventurar a decir nada que luego se pueda utilizar en mi contra (Me encanta escuchar el cliché de las películas policiacas: Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga podrá ser utilizado en su contra, tiene derecho a un abogado, si no puede pagárselo se le asignará uno de oficio) solo lo he dejado caer. Eso sí, los problemas no se acaban y los desastres son casi imposible de evitar. En definitiva, el mundo está loco, loco, loco (como la película de Stanley Kramer) y las personas que vivimos en él, irremediablemente más.

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